Rudyard Kipling
Crónicas
de la Primera Guerra Mundial
Madrid, Fórcola, 2016, 16,50 euros
Prólogo de Ignacio Peyró, Traducción de
Amelia Pérez de Villar
De
este libro pueden sacarse dos clases de provecho: por una parte es posible
disfrutar de la prosa literaria de uno de los narradores ingleses más depurados
de todos los tiempos; por otra, nos permite historiar cómo funcionó la
propaganda gubernamental en la prensa británica entre 1914 y 1918. Uno de
nuestros más destacados britólogos, Ignacio Peyró, firma con mano maestra un
prólogo claramente dividido en dos mitades: tras diseccionar cómo fue la
literatura bélica desarrollada en el Reino Unido, examina a continuación las
coordenadas bajo las cuales Kipling escribió, ya en su madurez, los dos
folletos que hoy recupera Fórcola: Francia
en guerra, de 1915, y La guerra en
las montañas, de 1917, que trata de un frente menos conocido que el del
norte y este de Francia: el italiano.
La
primera de las crónicas es la más extensa, y su optimismo corresponde a los
primeros compases de la guerra. Los soldados franceses aún visten de color azul,
y se confía en la próxima aniquilación del ejército alemán, identificado con el
demonio Belial, el Mal en sí mismo y la horda bárbara que ha violado los
límites del Imperio Romano y la Latinidad. El horror de Verdún aún no había
llegado, y para no extender el desaliento, obediente a las directrices
gubernamentales, Kipling oculta hedores de muerte y cuadros demasiado
desgarradores. Elogia la confraternidad militar, la valiente nación francesa, la
calidad de los estofados cuarteleros y la solidez de las trincheras.
Sin
embargo, el autor escribe con pulso firme, lleno de imágenes visionarias, con
un estilo sin fisuras, y con una notable vocación metafísica. Para encontrar,
en el ámbito hispánico, una denuncia parecida de la crueldad del invasor alemán
habría que echar mano de Tierras mártires
(1918), de Enrique Gómez Carrillo, cuyas crónicas fueron construidas con
idéntico realismo sereno y humanístico. Esta reedición de Kipling, en
definitiva, es un modelo de cómo deben presentarse los clásicos al lector medio
y curioso, para que disfrute de la historia narrada por un excelente
periodista.
Andreu Navarra
Publicado en La Aventura de la Historia, octubre de 2016
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