Luis Suárez
Lo que España debe a Cataluña (732-1516)
Barcelona, Ariel,
2016, 380 págs., 19,50 E
Luis
Suárez se propone en esta extensa obra demostrar que el andamiaje ideológico y
político de la Monarquía Hispánica proviene de la estructura desarrollada en la
Corona de Aragón durante la Baja Edad Media. Para demostrarlo traza un
equilibrio entre la historiografía clásica catalana (Rovira i Virgili, Ferran
Soldevila, Ramon d’Abadal) y la castellana (Ménéndez Pidal) que traza un
recorrido muy completo sobre la trayectoria de la Cataluña condal y la Corona
de Aragón. El libro destila vicensismo y, lo admite el mismo autor, la idea no
era aportar nuevas fuentes sino más bien trazar una síntesis útil de lo que,
durante el siglo XX, se escribió sobre la Cataluña medieval.
Hasta aquí, el planteamiento no ofrece problema:
los destellos del libro provienen fundamentalmente de Vicens Vives: Lo que
España debe a Cataluña sería básicamente resistencia al absolutismo, líneas de
espiritualismo humanista y un diseño plural de las estructuras estatales. Y aun
así, llama la atención la falta de renovación historiográfica que se hace
evidente en los recorridos de recomendación bibliográfica. A mi modo de ver, no
pueden obviarse de forma tan explícita las innovaciones metodológicas de los
últimos treinta o cuarenta años.
Por
lo tanto, la obra de Suárez puede ser considerada una buena obra panorámica.
Disfrutará de ella cualquier lector que desee acercarse al andamiaje cultural e
institucional de la Cataluña medieval y de la Corona de Aragón. El fondo es
ambicioso y se nota que procede de toda una vida de trabajo. Pero observo
problemas relacionados con el título mismo de la obra, y con las abundantes
tesis presentistas que ofrece. Suárez arguye que en todo momento los fundadores
de la Marca Hispánica reivindicaron su condición de godos, y que siempre los
dirigentes del Principado tuvieron presente una visión unitaria y plural de la
nación española. Ahora bien, Suárez define “nación” como un elemento
supraestatal, exactamente al revés que las teorías de la tradición periférica,
que tienden a considerar exactamente lo contrario, que España llegó a ser un
Estado a través de la unión de, por lo menos, cuatro o cinco naciones.
¿Qué es una
nación? ¿Qué se entendía por nación en el siglo XIII, o en el XVI? ¿Puede
equipararse el sentido del deber civil en el siglo XIII con el del siglo XXI? No
se pueden obviar estas preguntas que difuminan cualquier edificio doctrinal
demasiado sospechosamente sólido. Me temo que la cuestión es algo más compleja.
A mi modo de ver, no pueden evitarse tan
alegre y fácilmente las abundantes redefiniciones políticas que trajeron
quinientos años de Edad Moderna y Contemporánea. La historia, sí, debe
ayudarnos a comprender el pasado, aportar elementos de debate; pero soy de los
que cree que no debe servir para apuntalar opiniones políticas preconcebidas,
de ningún tipo.
En
mi opinión, la obra podría haberse presentado como un manual de historia de la
Corona de Aragón. La historiografía se rebaja si la reducimos a debate
ideológico presentista. Todos perdemos en ello.
Publicada en "La Aventura de la Historia", 220, febrero de 2017.
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